miércoles, 23 de febrero de 2011

Radiohead - KID A


2. Kid A (4:44)
3. The National Anthem (5:52)
5. Treefingers (3:43)
6. Optimistic (5:16)
7. In Limbo (3:31)
8. Idiotheque (5:09)
9. Morning Bell (4:36)

Sonará raro, a quienes no conozcan este disco, el que uno de los grupos de rock más famosos y con más seguidores de las últimas décadas tenga cabida en un blog sobre músicas inusuales. Pero escuchar diez minutos de Kid A despeja todas las dudas. Grabado en el año 2000, fue el tercer álbum de Radiohead, banda idolatrada tanto por su carácter alternativo y subterráneo como por su espíritu innovador. Contribuyó enormemente a convertirlos en mito su excelente trabajo OK Computer (1997), un disco que, aunque recomiendo sin reservas, no comentaría en el blog por tratarse de una obra relativamente convencional dentro del pop-rock. Repito: relativamente. Pero Kid A, quizá su segundo mayor logro musical hasta la fecha, es otra cosa.

Radiohead

¿Tuvo algo que ver el fin del milenio con esa cierta eclosión de discos de vanguardia que surgieron entonces, desde el Play de Moby hasta el Pieces in a Modern Style de William Orbit? Quizá sí, pero el propio rumbo de la banda liderada por el cantante Thom Yorke también explica la génesis de Kid A. Desencantado por la facilidad con la que su alternativo OK Computer fue metabolizado por el mainstream más mundano, Yorke pasó una mala racha intentando crear más canciones, hasta que terminó por darse cuenta de que había que replantearlo todo desde el principio: volver a los años en que había trabajado como DJ, ceder espacio a los ritmos y las texturas y transformar su propia voz en uno de los muchos instrumentos a utilizar, en lugar de ser el elemento protagonista. Se inspiraron en la electrónica, tanto la del momento como la de los gurús de antaño (por ejemplo, usando las ondas Martenot); el jazz y el krautrock en su rama más rockera; e incluso la música clásica contemporánea, con Penderecki como influencia del guitarrista del grupo, Jonny Greenwood, que se encargó también de los arreglos. No solamente iban a reinventarse a sí mismos, sino que Radiohead darían a luz uno de los álbumes musicales que mejor han equilibrado la paradójica situación de ser éxitos económicos monumentales y rarezas sonoras absolutas. Por cierto, ante la perspectiva de lanzar el disco, cosa que aterraba a Yorke y a los suyos por las aplastantes expectativas creadas, enfocaron la campaña publicitaria precisamente a diluir su importancia, ofreciendo, por poner un ejemplo, cortes en audio del mismo para escuchar online en streaming.

Arte del álbum.

Quizá por hacerse los modernos y rechazar lo evidente, Radiohead nunca admitieron que Kid A (el título puede estar inspirado en el supuesto nombre que tendría el primer bebé humano clonado) fuese un trabajo conceptual. El rock progresivo está "mal visto" desde los setenta, y los británicos tuvieron buen cuidado tanto de no dar pistas en cuanto a una posible línea argumental en el álbum como de procurar que no les saliese un disco doble, como iba a ser en un principio. De los retales cortados a Kid A nacería al año siguiente Amnesiac, que es una colección de los temas más convencionales que compusieron en esta eclosión avant-garde de fin de siglo. No parecen, en cambio, haberse cabreado cuando alguien ha etiquetado este disco como perteneciente al post-rock. Peeeero luego no se cortan a la hora de versionar una portada famosísima de Pink Floyd cuando sacan su primer recopilatorio hace un par de años. En fin, cada cual con sus complejos que haga lo que quiera.

Más arte del álbum.

Si nos ponemos a analizar Kid A tema por tema, lo primero que notaremos es que aquí las canciones no son canciones, sino más bien experimentos sónicos bastante retorcidos, aunque haya alguna excepción como la inicial Everything in Its Right Place u Optimistic. Hay cortes que suenan muy potentes, como The National Anthem; y otras que rompen con cualquier cosa que pueda parecerse al rock, como la rarísima Kid A y la ambiental, miminalista e instrumental Treefingers.

The National Anthem, en la BBC.

No voy a pararme con ninguna otra, porque son tan desasosegantes (la voz de Thom Yorke parece lejanamente humana en más de un momento) que se definen por sí solas en cuanto se escuchan. A modo de impresión global, el álbum viene a ser una vision abismal del futuro convertido en presente y viceversa, un producto del todo intencionado de un panorama artístico que se debate entre la creatividad y el maquinismo informático internauta, y de una sociedad cada vez más encerrada en sí misma que pierde su tiempo en averiguar si una lata de conservas oxidada se convierte en obra artística al exhibirla en un museo mientras, más allá de todo interés o posibilidad de acción, ocurren muchísimas cosas importantes, absurdas, buenas o malas, tanto dentro como fuera de nuestras vidas (la portada está inspirada, no sé muy bien en qué sentido, en la guerra de Kosovo), que nos arrastran como un torrente hacia la locura y el desquiciamiento ético y estético. Muy denso, abrumador. Kid A.

3 comentarios:

Carlos dijo...

Una obra maestra como la copa de un pino, y mira que no me gusta encumbrar así ningún álbum, pero es que ciertamente lo es.

Un apunte: Kid A no es el tercer disco del grupo, sino el cuarto, tras Pablo Honey, The bends y el alucinante OK Computer ;)

Saludos.

El conde dijo...

Tienes razón, me salté Pablo Honey (quizá porque no lo he escuchado todavía). Gracias por el apunte, Carlos.

Josué dijo...

Puff, que decir de un disco que a mi parecer tiene solo un defecto y este es su maldición: haber sido editado despues de Ok computer.

Kid A por si mismo es una joya, los temas sin descubrir el hilo negro presentan una coherencia brutal, los arreglos estan calculados meticulosamente pero a la ves se siente una gran libertad creativa.

La verdad es que si OK computer no hubiera sido editado hubieran sucedido dos cosas, ambas en universos paralelos

1.- Kid A seria la obra cumbre de Radiohead

2.- Kid A nunca hubiera existido

Excelente reseña!

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