domingo, 29 de abril de 2018

Alexandre Desplat (y otros) - ISLE OF DOGS


1. Shinto Shrine (1:56)
2. Taiko Drumming (0:50)
[Kaoru Watanabe]
3. The Municipal Dome (2:29)
4. Six Months Later / Dog Fight (2:05)
5. The Hero Pack (1:08)
6. First Crash-Landing (0:56)
7. Kanbei & Katsushiro - Kikuchiyo's Mambo (from "Seven Samurai") (0:52)
[Fumio Hayasaka - Toho Symphony Orchestra]
8. Second Crash-Landing / Bath House / Beach Attack (4:07)
9. Nutmeg (0:48)
10. Kosame No Oka (from "Drunken Angel") (1:06)
[David Mansfield]
11. I Won't Hurt You (2:23)
[The West Coast Art Pop Experimental Band]
12. Toshiro (1:07)
13. Júpiter and Oracle / Aboriginal Dogs (2:05)
14. Sushi Scene (1:41)
15. Midnight Sleighride (from "The Lieutenant Kije Suite") (3:01)
[The Sauter-Finegan Orchestra]
16. Pagoda Slide (1:08)
17. First Bath of a Stray Dog (0:26)
18. TV Drumming (0:31)
[Kaoru Watanabe]
19. Kobayashi Canine-Testing Laboratory (1:57)
20. Tokyo Shoe Shine Boy (3:02)
[Teruko Akatsuki]
21. Re-election Night, Parts 1-3 (5:00)
22. End Titles (4:52)

La última película del peculiar Wes Anderson cuenta con música de uno de los compositores más en forma del gremio del cine, Alexandre Desplat. No solamente es el más reciente ganador del Oscar en su categoría por La forma del agua, sino que también logró una estatuílla en 2015 por El Gran Hotel Budapest, también de Anderson, y que es otra auténtica delicia.

Alexandre Desplat (de su página oficial)

La verdad es que me alegra el éxito de este músico francés, primero porque es un artista auténticamente versátil a quien llaman por igual para películas independientes que para Harry Potter o Godzilla; segundo, porque ya acumulaba varios proyectos rechazados, desaprovechados o frustrados entre los que hay títulos tan sonoros como El árbol de la vida (2011), la serie Juego de tronos o Rogue One: una historia de Star Wars (2016); y tercero, porque empieza a ser raro que un músico no vinculado con la churrería musical de Remote Control Productions tenga tanto trabajo actualmente.

Portada de una edición en vinilo.

Quizá el gran defecto de Desplat es precisamente la versatilidad de la que hablábamos, lo que hace difícil reconocer su estilo, su "voz" de creador en cada una de sus obras. No creo que Isle of Dogs vaya a servir a estos fines identitarios, ya que la B.S.O. de esta película homenajea cierto ámbito de la tradición musical japonesa de un modo bastante purista.

Shinto Shrine

Nutmeg

Pongamos en todo caso lo de "purista" entre paréntesis, ya que sería justo admitir que tanto Isla de perros, la película, como su banda sonora son algo así como un afortunado pastiche de lo que en occidente asociamos con Japón, mezclando elementos de anime a lo Hayao Miyazaki y de películas de samuráis estilo Kurosawa, amén de un innegable barniz "gafapasta" que se nutre del frecuente gusto hipster por lo nipón. La música de Desplat, conjuntamente con varios temas de otros artistas (los tambores taiko de Kaoru Watanabe, un par de préstamos orquestales de otras películas y hasta alguna canción "indie" en inglés) responde con brillantez al encargo. Cliché sobre cliché, en fin, pero tan bien llevado a cabo que escuchar una música así en una moderna sala de cine es una pasada.

Taiko Drumming

La película está realizada mediante diversos materiales (¿marionetas? ¿plastilina?) y la técnica de animación stop-motion. Cuenta la historia de una futura ciudad japonesa, Megasaki, en la que la élite política ama los gatos y decide abandonar a todos los perros a su suerte en una isla basurero, con la excusa de que están afectados por una horrible epidemia. Transcurridos unos meses en los que esta nueva sociedad perruna empieza a degenerar hacia la barbarie, hasta allí llegará un muchacho buscando a su mascota perdida. Nada muy impredecible ocurrirá después, pero es la estética lo que más llama la atención, sirviendo en especial su ambientación musical para dar un trasfondo épico -y algo más adulto- a una historia que en otras circunstancias podría haber resultado un tanto infantil.

Tráiler en castellano de Isla de perros.

Es muy digno de elogio lograr, como sucede en esta partitura, que una música tan monocromática, con escaso juego melódico y hasta algo oscura (a base de sencillas percusiones y coros masculinos, en muchos casos), sea capaz de resaltar de un modo tan deslumbrante el colorido de las imágenes. En fin, que aunque sigamos sin tener del todo claro dónde está el aporte personal de Desplat, lo que no significa que no lo haya, va siendo necesario hacer un hueco en nuestra colección para más de una de sus obras.

lunes, 16 de abril de 2018

Kitaro - OASIS


1. Morning Prayer (Asa No Inori) (6:31)
2. Moro-Rism (2:42)
3. New Wave (Aratanaru TabijiTabiji) (2:51)
4. Cosmic Energy (Uchu Enerugii) (8:09)
5. Eternal Spring (Inochi No Izumi) (5:00)
6. Moonlight (3:46)
7. Shimmering Horizon (Hikari To Kage) (2:55)
8. Fragrance of the Nature (Shizen No Kaori) (6:48)
9. Innocent People (Mujaki) (3:48)
10. Oasis (6:30)

La portada podría pasar por una ilustración de la revista ¡Despertad!, pero aquí tenemos uno de los álbumes esenciales de la new age, digno de estar en cualquier discoteca básica del genero que se precie. Su autor, Kitaro, ostenta en algunos círculos el equívoco epíteto de "el Vangelis oriental", que bien podría ser ofensivo para ambos artistas.

Kitaro (de su página oficial www.kitaro.live)

Lanzado en 1979, se considera que Oasis es el trabajo en el que Kitaro afianza su sonido personal, las líneas maestras de su estilo. Éste podría definirse como electrónica "pura" a base de sintetizador, destacando sobre todo su afán melódico y meditativo. En efecto, este Oasis es un álbum que corre el riesgo de parecer monótono, plano, en una primera escucha superficial; y es que, como decíamos antes, estamos ante música new age tal cual podría figurar en un diccionario: delicada, relajante y concebida a conciencia para no resultar excesivamente llamativa. Se necesita más de una escucha para llegar a apreciar su verdadera carga atmosférica y el elegante y sutil empleo de los sintes.

Los temas de Oasis están enlazados en un continuum, más mediante sutiles "fades" (fundidos) que haciendo evolucionar las melodías. Kitaro va alternando -aunque no estrictamente- temas tipo himno como Morning PrayerEternal Spring o Shimmering Horizon con otros muy rítmicos y cósmicos como Moro-RismFragrance of the Nature o la segunda mitad de Cosmic Energy, muy Tangerine Dream. Sorprenden los momentos más atmosféricos, como Moonlight, la homónima Oasis o Innocent People y su sonido de sitar.

Morning Prayer

Cosmic Energy

En aquellos milagrosos años setenta se hacía mucha y muy buena música electrónica, y este Oasis podría haber entroncado directamente con trabajos algo más tempranos en la línea de la música cósmica alemana a lo Ash Ra Tempel (hay que decir que el gurú Klaus Schulze fue mentor de Kitaro en sus inicios como solista), si bien hay un punto de sofisticación y apertura de miras que ya va sonando a años ochenta. No muy alejado en su sonido, y menos en las fechas (creo que trabajó paralelamente en ambas), alcanzaría el japonés su máximo estrellato con su siguiente obra, la música para el documental del mismo título Silk Road (1980).

Contraportada de una edición en CD.

Con el paso de los años, la larga discografía de Kitaro nos ha dado trabajos muy diferentes, fuese con temas cantados, arreglos para orquesta sinfónica y, en general, piezas con un carácter más espectacular y en una vertiente de la new age más neo-clásica. Pero aquí y allá siempre vuelve a acudir a sus dulces melodías aflautadas, las que más de una vez se identifican con lo asiático en la cultura popular, lo mismo en un hipermercado que en un restaurante chino. Y no es menosprecio, me encanta la comida oriental. Es un gran disco, de la clase que premia al oyente paciente.
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